Lisa Tuttle - Nido de pesadillas

lunes, 27 de junio de 2016


► Título originalA Nest of Nightmares
► Traducción: Marian Womack
► Año de publicación: 1986
► Editorial: Nevsky
 Páginas: 288



La literatura de terror tiene ante sí un obstáculo de tamaño considerable al que no han de enfrentarse otros géneros novelísticos: la imposibilidad de simular una respuesta física semejante a la de un susto convencional. En efecto, las historias tienen un alto poder de persuasión, capaz de ruborizarnos, arrancarnos una carcajada o un par de lágrimas si consiguen involucrarnos al grado suficiente con lo narrado. Sin embargo, convocar ese familiar torrente de adrenalina que recorre nuestro cuerpo y acelera el corazón ante situaciones de estrés o de peligro es un evento que sobrepasa las limitaciones de la página escrita. Por eso, los que se dedican a escribir obras de ficción en este terreno han de recurrir a diversos y no menos valiosos sustitutivos para paliar esta desventaja: elementos molestos, inquietantes o perturbadores que de un modo u otro inspiran congoja e incluso cierto desasosiego.

Así pues, la literatura que nace y se nutre del miedo es un fino arte por el que Lisa Tuttle demuestra pasear con sobrada desenvoltura. Aunque la gran mayoría de sus historias se desarrolla en entornos aparentemente inofensivos o poco amenazantes, siempre surge a medio camino una leve ruptura de esa cómoda y cotidiana tranquilidad que acaba degenerando en un estallido de locura. Lisa Tuttle no es de las que señalan con luces de neón el lugar donde anidan los pájaros y las pesadillas: no le interesa que apartes la vista, que te tapes los ojos o te encojas de miedo en un rincón. No, ella opta por tenderte su brazo a través de un camino mucho más subrepticio, plagado de tensión y suspense hasta la última línea, donde luego te suelta de un empujón. 

Era una noche tan tranquila y límpida como un grabado. A la luna solo le faltaba una taja de nada para estar del todo llena, y brillaba en un cielo sin nubes, lleno de estrellas. Un grupo de figuras pequeñas bailaba sobre el suelo nevado, levantando las patas delanteras, trotando y salpicando la nieve. De vez en cuando, uno de ellos soltaba un gritito: a medias el relincho de un caballo, a medias un gemido humano. Marilyn sintió su nuca erizarse cuando reconoció a los bailarines que estaba observando asustada: eran los niños.

Existe bastante variedad en los cuentos aquí reunidos, pero también se hace patente la presencia de algún denominador común. Por lo general, Tuttle escribe sobre mujeres desestabilizadas, ya sea por un ruptura sentimental, un hallazgo inesperado o un cambio imprevisto. La escritora norteamericana parece hallar en las relaciones fraternales, materno-filiales (la presencia de niños en esta antología es directamente proporcional al mal rollo que dan) y de pareja el campo de cultivo idóneo para plantar a diestro y siniestro la semilla de la obsesión, el descontrol y la paranoia.

Por ejemplo, en Nido de bichos una mujer huye al encuentro de su vieja tía para acompañarla durante sus últimos momentos de vida. Sin embargo, al llegar descubre que ya hay alguien muy interesado en ocuparse de ella. Hamburguesa de carne de muñeca es una revisión espeluznante de los monstruos infantiles con los que nos asustaban nuestros padres. En Bienes compartidos, una pareja en crisis discute sobre quién se va a quedar con la custodia de su perro, pero acaban tomando una decisión salomónica que tendrá sus consecuencias años más tarde. Otros, como Volando a Bizancio, tratan sobre una escritora venida a menos que asiste una convención literaria donde se verá atrapada por el fenómeno fan que generó su primera novela, mientras que Recorriendo el laberinto es una pieza de letal hermosura en la que Tuttle reflexiona sobre el duelo y los efectos colaterales de insistir en recuperar al ser querido.

Y así hasta un total de trece relatos que sacan a relucir espectros, psicofonías, extrañas posesiones, leyendas macabras e incluso terroríficas deidades de espíritu vengativo. Trece sugerentes invitaciones a explorar el lado más angustioso y turbador de la realidad, narradas con una absoluta despreocupación por los artificios y los lugares comunes. Sin duda, mi valoración general de la colección es positiva, si bien la presencia de algunos relatos poco definidos y la insistente convencionalidad de elementos como el estilo, los temas o la estructura narrativa de muchos otros me impiden verla como una obra sobresaliente; aunque sirve, eso sí, para conocer nuevas y refrescantes perspectivas del género más allá de las que nos ofrecen los títulos que se publican habitualmente en nuestro país. Al fin y al cabo, las pesadillas, como muchas aves, son migratorias. Nada mejor que hacerles un nuevo nido.


3 comentarios :

  1. Pues porque no soy mucho de relatos, porque este género me encanta y disfruto mucho con él. Miraré más libros de esta autora, para leerme alguna novela suya de terror
    Besos

    ResponderEliminar
  2. Hola :) Esta en mi lista de pendientes y de posibles compras desde que vino la autora al Celsius con el señor Martin, su refugio en el viento escrito en conjunto me gusto mucho y estos relatos parecen muy interesantes. Un abrazo^^

    ResponderEliminar
  3. Tenía muchas ganas de leerlo desde que Nevsky se hizo eco de su publicación, ya que me gusta leer relatos y más si son de terror, que es en realidad el género que más he leído en corta extensión. Pero lo pronto y lo que has comentado tampoco es una antología imprescindible, aunque tal vez sea interesante ver cómo Tuttle se mueve por el género. La verdad es que estoy un poco saturada de espectros, apariciones de santas (bueno, de esto no), vampiros, licántropos, ect. en la literatura, y aunque no quiero poner la mano en el fuego sin leer a Tuttle, no creo que en esta antología se encuentre un concepto que no haya sido tratado ya y que no yo haya de la mano de otros autores en repetidas ocasiones. Más adelante si lo traen a la biblio —últimas noticias, ese «gran invento» del siglo XXI—, tal vez lo lea una tarde para matar el rato, que estoy un poquito cansada del robapapeles de August Derleth.

    ¡Saludos!

    ResponderEliminar

 
Generación Reader © 2012